El 17 de agosto salimos tempranito desde Matalpino,Madrid, España, con dirección al valle de Aosta y nos metemos entre pecho y espalda 1.400 km de coche para llegar por la noche y lloviendo a cantaros al pueblo de Stafall, donde dormiremos.
A las ocho de la mañana estamos en pie, según nos acercamos vemos los glaciares del Monte Rosa y se nos empiezan a poner los dientes largos.
Esta casa me llamó la atención porque parte de su tejado era una "pequeña" piedrecita.
La escuela del pueblo.
Nieve, nieve y más nieve. El día se ha levantado espectacular y no se ve una sóla nube en el horizonte.
El coche lo dejamos en el parking de la estación y después de preparar la mochila para algunos días, a las 10:30 comenzamos a andar. Decidimos subir hasta el refugio sin coger remontes mecánicos; nos ahorramos unos euros y además aclimataremos mejor a la altura.
Al principio el camino está muy bien señalizado y sus pendientes no son fuertes, transcurriendo por las pistas de esqui de la estación.
Oscar a un lado del camino en una charquita que se encontraba repleta de renacuajos.
Según ganamos altura, las montañas impresionan más.
Hector y yo con la lengua del glaciar al fondo.
Las vistas son impresionantes y a uno se le pasa el tiempo mirando absorto las montañas.